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La nena Gómez, por Leopoldo Peralta

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Consuelo Martínez nació el  30 de octubre de 1925 en Barcelona España, a muy temprana edad tuvo que emigrar con sus padres a Francia, durante la dictadura de Franco.

 

Mientras ella y su mamá se quedaban con unos parientes de parte de su papá en Francia, su padre Salvador Martínez Gil, se aventuró a venir a México como exiliado (refugiado) en tiempos del General Lázaro Cárdenas.

 

En la Ciudad de México consiguió trabajo como mesero en el Restaurant L’escargot, en donde después acabó como capitán de dicho restaurant.

 

En muchas ocasiones la gente rica de las Lomas lo llamaba para servir sus banquetes.

 

En una ocasión lo invitaron a servir el banquete de la toma de posesión del entonces Gobernador de Querétaro Octavio Mondragón, en un hotel restaurant llamado El Jacal y que tenía un balneario (actualmente es el Hotel Real de Minas).

 

Don Pedro Fernández era el dueño del Hotel El Jacal e invita a quedarse en Querétaro a Don Salvador Martínez y le renta el hotel.

 

La Nena y su mamá llegan a México exiliadas en tiempos del Gral. Lázaro Cárdenas, cuando la Nena tenía16 años, en el año de 1941, en plena guerra mundial.  Llegan en un barco llamado Champlain al Puerto de Veracruz con el peligro de que fuera hundido por los submarinos de Hitler, llegan a la Ciudad de México a un departamento en la calle de López y en ese entonces la Nena de 16 años apoya a su padre en el Restaurant L’escargot como cajera, muy pronto su padre con mucha visión la manda  estudiar un año a Nueva York para que aprenda inglés.

 

La Nena regresa a México para seguir apoyando a su padre en el Hotel El Jacal en Querétaro, y conoce a su esposo José Luis Gómez oriundo de San Juan del Río, después de varios años de novios contraen nupcias en el año 1952 y se van a vivir a San Juan del Río, en donde estaban los ranchos de la familia Gómez.  Del matrimonio nacieron 5 hijos, Consuelín, Marydelfi (qepd), José Luis, Salvador y Conchis.

 

En esa época el Gral. Lázaro Cárdenas les expropia muchas tierras a la familia Gómez, quedándoles el caso de  la Hacienda de la Venta que era de la hermana de su marido, esta hermana era la tía Paz quien era soltera, cuando fallece la tía Paz le hereda el casco de la hacienda al Sr. José Luis Gómez quien era el consentido de ella. Y actualmente es el Hotel Hacienda La Venta.

 

El matrimonio duró 47 años, al morir el señor Gómez, la señora Nena tenía 74 años e inició la construcción del Hotel La Venta con sus propios recursos.

 

Actualmente el hotel tiene 62 habitaciones, 3 suites y 4 salones de fiestas, uno con capacidad de 800 personas, uno de 300 y 2 de 200, que es donde actualmente se hacen las convenciones y es el hotel insignia de San Juan del Río.

 

A la Nena Gómez no le gustan los reconocimientos ni homenajes, pero a fines de agosto le habló el Gobernador Mauricio Kuri para animarla a aceptar que el Centro Regional de Desarrollo Humano para Personas Adultas Mayores llevara su nombre “Consuelo Martínez de Gómez”, la placa fue develada por el Gobernador Mauricio Kuri González, su esposa Car Herrera de Kuri, el Lic. Roberto Cabrera Valencia Presidente Municipal de San Juan del Río y su esposa Sra. Georgina Sánchez de Cabrera junto con la señora Nena Gómez.

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#ElDragónDeMondragón ¡San Juan del Bache!

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Estimado lector, si usted me lo permite, hablaremos de uno de los municipios más importantes del Estado de Querétaro, San Juan del Río, lugar donde nació mi bella madre… Aquí, en San Juan, se han protagonizado los cambios más «importantes» de nuestra región… Mejor dicho, las concertacesiones de Querétaro se dieron digan lo que digan, en mi amado San Juan del Río, y espero no molestar a nadie, pero… si no me creen, pregúntenle a Manuel Meza Vargas, hoy Licenciado en Derecho o también le puede preguntar al Dr. Víctor Rojas Zetina, afectados por las negociaciones bajo la mesa y en lo obscurito… Muchos se llenan la boca con flores de cempasúchil llamándolo «MI QUERIDO SAN JUAN», y lo expreso con esa flor característica del Día de Muertos, en virtud de que sepultaron las ilusiones de muchos y les pusieron una lápida, en donde solo hoy existen sepulcros blanqueados, quedando la podredumbre política enterrada para siempre de ese momento…

Afortunadamente, los afectados siguen vivitos y coleando como grandes líderes y personas que son, cada uno ejerciendo su profesión…
Pero la meritita neta, como dicen en mi rancho, San Juan es un laboratorio político electoral en donde, si alguien gana y no conviene a los intereses del que está en ese momento en el poder, se lo quitan sin ningún miramiento a cualquiera y venden al mejor postor esa posición política para hacer de las suyas, recuerde, amigo mío, que todo aquel que quiera ser gobernador tiene que venir a tierra de palomas… Hoy, San Juan está sumamente descuidado, se encuentra ¡mi querido San Juan! en el abandono, pero eso sí, con mucha información que defiende lo contrario y aplauden al nuevo rey como bufones en su castillo… Existen baches de todos los tamaños, cráteres lunares con pavimentación “al ahí se va”, falta muchísimo compromiso, pero eso sí, el que gobierna San Juan promete componer las cosas siempre y cuando tenga más presupuesto o recurso, porque ya se le acabó…
Entonces, ¿qué han hecho con el presupuesto que tenían? A poco ya se lo acabaron, si las carpetas asfálticas la mayoría son muy delgadas y pobres en su calidad, las cuales tienen poco tiempo de durabilidad, y eso no lo digo yo, lo dicen expertos, ingenieros de obra civil o carreteras y constructores… Pero ellos, quienes gobiernan, se defienden como gatos panza arriba con patadas, arañazos y mordidas, expresando lo contrario, y que los que hablan mal de ellos no saben de administrar un municipio y que son seguramente los no beneficiados por los jugosos contratos… Por tal razón, ya muchos llaman a nuestro municipio ¡San Juan del Bache! y de verdad estamos en un gran bache político, por aquellos que nos mienten y gastan como si fuéramos una ciudad de primer nivel de Europa…
Por ahí dicen y presumen con un eslogan «Defendamos San Juan» y ese mensaje que han dado nuestras flamantes autoridades me queda ¡CÓMO ANILLO AL DEDO!… Ya que, si lo aplicamos, como decía mi abuelita, a la perversión política, efectivamente lo debemos defender de esos servidores públicos vividores del erario y que no dan brinco sin huarache… Ya que muchos de ellos andan en caballo de hacienda, presumiendo poder económico, abundancia personal y soberbia marcada, e incluso comprando las voluntades de muchos, YA QUE PARA ESO SOBRA RECURSO… Ese es nuestro actual San Juan del Río, el San Juan que, gracias a las benditas lluvias, deja al descubierto la opacidad, corrupción y mal manejo de nuestros recursos públicos. En donde los enanos han crecido en este circo político, dando más circo, maroma y teatro… Dicen por ahí: «Abarca abierta, ganancia de pescadores», y cuando no existen cuentas claras, cualquiera manosea el tesoro municipal, tomando lo que «según» merece, y «hasta el más santo peca».
Por eso, mi estimado lector, lo invito a que ¡Defendamos San Juan! Pero, de esos que le han hecho tanto daño y siguen mamando del erario público… Recuerde que, EN TIERRA DE CIEGOS, EL TUERTO ES REY… El cambio viene en 2027, y usted, como yo, debemos de pensar por quiénes votar… ¿No cree usted, amigo lector? Este es el verdadero reto que nos deja el legado de Bien Común que debe prevalecer en San Juan del Río, más allá de los intereses personales…

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Otro programa para limpiar el Río San Juan

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río san juan

Por: «El palomo de la 57»

Este martes el alcalde Roberto Cabrera encabezó un programa más para la limpieza del Río San Juan.

 

 

Si bien es cierto, la limpieza del Río San Juan debe ser imperativo para evitar tragedias como la ocurrida en 2021 en La Rueda, pero no debe quedar ahí.

 

 

El Río San Juan representa un importante atractivo turístico en la región. Cuentan los sanjuenenses de antaño que era muy limpio, con agua transparente en la que incluso los fines de semana se podía ir a nadar y disfrutar con la familia.

 

 

El día de hoy está convertido en un estanque de aguas sucias que podrían generar un foco de infección e incluso se han reportado asaltos en el camino que conduce del Paso de los Guzmán al Puente de la Historia.

 

Existen iniciativas como la impulsada por el ingeniero Leopoldo Peralta para rehabilitar e impulsar proyectos que llevarían a nuestra ciudad a otro nivel. No sólo contempla la limpieza y cuidado del Río, sino un proyecto turístico que ha catapultado economías que venían de crisis, en el caso de Monterrey de inseguridad, y de San Antonio, Texas, donde vieron una oportunidad y hoy en día tienen uno de los recorridos hídricos más bonitos del mundo.
De muy buena fuente les puedo decir que el proyecto del ingeniero ha estado en el escritorio de altos funcionarios, tanto a nivel nacional como estatal.
Ojalá el programa presentado por el alcalde Roberto Cabrera este martes no sea uno más y los sanjuanenses podamos ver resultados y no sólo propaganda.

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El rito a la muerte de los antiguos mexicanos, por Heidy Wagner Laclette

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En ocasiones nos preguntamos qué fue primero ¿el rito o el mito?, para ubicarnos mejor en esta concepción; en la memoria colectiva se tiene la creencia en fenómenos inexplicables asociados a la naturaleza o que no tienen una explicación lógica; así surgen las leyendas y los mitos; del arraigo de estas creencias surgen los ritos, que se convierten en tradiciones que pasan de generación en generación.

Para los antiguos mexicanos, muchos años antes de la conquista, existían mitos que se convirtieron en ritos en torno a la muerte. Se creía que el que fallecía viajaba al Mictlán o lugar de los Muertos donde viviría eternamente. El miedo a perecer no sólo no era común, sino que se creía que era una virtud; las personas que fallecían se transformaban automáticamente en dioses y el fenecer representaba vivir eternamente; aunque no por este hecho todos pensaban en dejar de existir.

Grupos de guerreros, por ejemplo; consideraban morir en batalla como parte de un sacrificio a los dioses, siendo esta acción privilegio y cualidad de unos cuantos, lo cual podría significar también, alguna forma de manejo ideológico y ejercicios de poder, dentro de un grupo social.

Hoy en día podemos conocer la manifestación del culto a la muerte en las civilizaciones prehispánicas (como Miccahuitl); por medio de esculturas, pinturas, códices y leyendas, de los cuales se deduce que dicho culto, más que un ciclo era concebido como un proceso ritual basado en mitos dualistas como la lucha entre Tezcatlipoca y Quetzalcóatl, el día y la noche, el frío y el calor; aquí cabe mencionar esta leyenda: Fray Bernardino de Sahagún (La Historia General de la Nueva España), describe a Tezcatlipoca como el dios de la fatalidad considerándolo una de las deidades más extrañas y enigmáticas que, como ninguna otra de las creaciones míticas de los mexicanos, parece sentir y pensar, convirtiéndose en un malvado profesional al participar en actos negativos como discordias, enemistades, condicionando guerras y fatalidades.

 Es un dios representado por un jaguar, que; como fiera y para poder asaltar al hombre de noche, devora al sol, es el que priva al mundo de luz y calor, es el que lo sabe todo. Es también Yoalli Ehecatl (Viento Helado) ‘Sombra Gris’, su nombre significa ‘Espejo que humea’, ya que donde debería estar el pie que le falta lleva aquel funesto espejo, con el que ve todo lo que sucede en la Tierra.

En la antigüedad se le temía más a Tezcatlipoca como dios de la fatalidad y la maldad que a la propia muerte. Dentro de las creencias del México antiguo en torno a la vida eterna y la estratificación después de morir; se puede decir que de todas las culturas, la mexica, por su origen de pueblo guerrero; estaba ligada íntimamente al acto de morir.

Los aztecas o mexicas consideraban que el universo estaba integrado por dos planos, uno vertical y otro horizontal, en el punto donde se cruzaban estaba el centro u ‘ombligo’ del mundo y es ahí donde se encuentra localizado el Templo Mayor de los aztecas (en el Zócalo de la ciudad de México). Por eso este lugar se considera sagrado; el mexica es el pueblo elegido, es el centro del universo; consideraban arriba como el nivel celeste y abajo el inframundo. En el primero hay trece cielos; empezando en donde están la luna y las nubes; en el segundo las estrellas, el tercero es el camino que sigue el sol diariamente; en el cuarto está Venus; por el quinto pasan los cometas; los siguientes tres se representan con colores; en el octavo se forman las tempestades; a partir del noveno se encuentran los dioses.

El nivel inferior o inframundo, tiene nueve pasos antes de llegar al Mictlán (Mundo de los Muertos). Dentro de las costumbres funerarias de los aztecas; al morir una persona se le doblaban las piernas en actitud de estar sentado, amarraban sus brazos y piernas firmemente al cuerpo, para depositarlos después en un lienzo acabado de tejer, al cadáver le colocaban una piedra verde en la boca que simbolizaba el corazón del difunto, mismo que tendría que ser entregado a los dioses durante su camino al Mictlán, a continuación cosían el lienzo con el cadáver dentro y ataban a él un petate. Consideraban que después de transcurrir cuatro años de fallecer, el muerto llegaba a su destino final, ocupando su lugar en el noveno inframundo donde reposará eternamente.

Entre los nahuas de la sierra norte de Puebla, realizan varios procedimientos rituales al morir una persona que permiten lidiar con la mortandad y la muerte. En principio, al muerto se le baña, viste, y sepulta; en ese proceso intervienen un número considerable de personas; así que, todo aquel que estuvo en contacto con él, debe ser “limpiado”. La teoría nahua considera que los difuntos desprenden mihkayotl -es decir, mortandad- que impregna todo lo vivo y lo marchita. Para lidiar con este efluvio nefasto se realiza el ritual de nawi tonale, destinado principalmente a enfriar y barrer a las personas y objetos que estuvieron en contacto con el muerto. De lo contrario, marchitarán la vida vegetal y animal.

La comida es otro elemento vital en la relación entre vivos y muertos en la tradición nahua. Desde el primer día que el difunto está tendido, aún en su domicilio, se coloca un plato de comida a lado de su féretro. Así será en lo subsecuente hasta que se le lleve a sepultar. El día de la sepultura se colocará nuevamente comida encima de su tumba. De hecho, siempre que se establece una relación “delicada” la comida está presente; las divinidades son convencidas mediante alimentos: ellas mismas solicitan ciertos platillos o bebidas, además de ceras y flores, sobre todo en ciertos contextos de enfermedad.

Es decir, la dotación de alimentos, flores y ceras están presentes y, por lo general, median las relaciones que establecen humanos y no-humanos, los nahuas y los no nahuas. Del mismo modo, el día del entierro se lleva comida a la sepultura y se coloca un plato de comida en el sitio donde estuvo tendido el difunto. Además, en su ataúd, el muerto lleva consigo 7 tortillas miniaturizadas de maíz y 7 tortillitas de ceniza, un guaje con agua y tapado con zacate. Todo este alimento es su itacate para el viaje.

Se lleva consigo, además, costales con su ropa y, en caso de ser varón, lleva en miniatura un arado y un machete de madera para trabajar en el otro mundo. Las mujeres, por su parte, llevan un telar de cintura miniatura, además de dos pequeñas ollas de barro con ceniza del fogón y de temazcal, todo ello para refundar su hogar en okse Tlaltikpak.

Los niños y los no casados, además de los chamanes, tienen un destino post mortem distinto. En el primer caso, dado que no son personas “completas”, su destino no es el Miktlan. En el caso de los chamanes, al morir se suman a las divinidades pluviales.

De tal manera que la concepción que tenían los antiguos mexicanos de la muerte era diversa; ellos pensaban que al morir existía una metamorfosis o transformación, primero se convertían en sol, después en ave (generalmente en colibrí) y posteriormente llegaban al paraíso de Tláloc o Tlalocan. Esto dependía del género de muerte en que se abandonara la vida, los que morían sacrificados o en combate se convertían en compañeros del Sol, al igual que las mujeres que morían durante el parto y los que morían ahogados o de enfermedades hídricas (ocasionadas por el agua) iban a Tlalocan (lugar de Tláloc, dios del agua).

Cabe mencionar que en la época prehispánica no se tenían los conceptos de cielo e infierno; en otras culturas como la de los mayas del sureste de México, los señores escogían plataformas de sus templos para el reposo eterno, estas circundaban las tumbas de los gobernantes como muestra de honor y respeto, el cadáver se colocaba sentado en un ataúd de madera acompañado de ofrendas de cerámica y otros utensilios y bienes.

Como parte de esta ceremonia luctuosa, se sacrificaban de uno a tres individuos, generalmente niños y adolescentes que acompañarían en su ‘viaje’ al muerto. El difunto principal era rodeado por hermosos vasos funerarios, metales, bebidas y alimentos, así como los enseres para su preparación. El cadáver se adornaba con perlas, jade, garras de jaguar, incensarios de barro, algunos con adornos alusivos a la muerte así como tejidos finamente trabajados.

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